18.7.07

¿Qué hay después de un hola?

"Me sé de memoria tus madrugones. El bolso color chocolate y tus gafas con montura invisible. Te contemplo hace tanto que he perdudo la cuenta de nuestra historia. Es lo que tienen los hábitos, que unen a la gente aún sin saberlo.
Nada más verte intuyo cómo has pasado la noche por el modo con que arrastras el sueño; por cómo te mueves sé si te perturba algún asunto de trabajo; me conozco el rictus de contrariedad cuando no está libre el asiento junto a la ventanilla y tu susto al despertar de pronto, tras una cabezada, temiendo haberte pasado de estación. Es entonces, con los ojos cerrados, cuando aprovecho para besarte en los párpados y llevarte lejos de ese tren de cercanías. Lástima que nunca salgan de mi boca y me muera de ganas por darle a tu cuerpo otro hogar que no sea el vagón. Según te descubro en el andén me siento lo más cerca de ti y las pocas veces que compartimos espacio, tú me miras como si me conocieras de algo, sonríes y se te escapa un "hola" antes de seguir leyendo el gratuito. Y yo me quedo practicando submarinismo en el mar que hay detrás de tus lentes. ¡A mí sí que se me pasan las estaciones! Llegan las vacaciones y ya me duele tu ausencia porque es un tormento verte sólo por las mañanas. Claro que un día descubriré cuándo coges el tren de vuelta y esta tarde no te me escapas, prenda."


Teresa Viejo.
Diario ADN 17/07/07