3.8.11

Kaputt

Al fin y al cabo, ¿qué importa? Te miraré a los ojos y temblaré como aquél fatídico día donde dije el sí quiero, sin quererlo. Me odio. He traicionado a mi propia estirpe. Mis hijos engendrarán entes malditos y todo mi cuerpo, ya muerto, temblará. Nacerá el dragón bajo el peso mismo de la ley y repetiré que nuestro error fue espontáneo. ¿Qué merecemos, ambos, cuando vemos la Luna desaparecer más allá del Sol? Nadie lo sabe. Nadie sabe si la Muerte tiene rostro cuando se nos presenta así, como si nada, justo al girar la esquina después de salir del restaurante donde nos gusta comer. Porque es cierto. Siempre ha sido cierto. Ni tú ni yo hemos correspondido esa ráfaga de fuego que nos abrasó las carnes ayer. ¿Hay que hacer algo? – preguntas fijando tu pupila en mi pecho. Debemos morir, te respondo, con el pánico emanando de la totalidad de mi piel.

1 comentaris:

Elfreelang ha dit...

Molt dramàtic! fantàsticament escrit això sí